Un estudio recoge proyectos pioneros que utilizan las TIC para ampliar la participación.
Tal y como recoge el estudio Digital Democracy, elaborado por Nesta, si bien las tecnologías digitales han transformado buena parte de nuestra vida, el modelo de gobenanza sigue funcionando prácticamente de la misma forma que en el siglo XX. Diariamente utilizamos las TIC para comunicarnos, para comprar, acceder a información y trabajar, pero las decisiones políticas se continúan centrando en debates presenciales entre representantes políticos.
El concepto de democracia digital no resulta fácil de acotar, puesto que está relacionado con el uso de herramientas digitales para promocionar la transparencia, para aumentar la participación y también para incluir a la ciudadanía en la toma de decisiones. El estudio Digital Democracy lo define como “la práctica de la democracia utilizando herramientas y tecnologías digitales”. A partir del análisis de diferentes experiencias llevadas a cabo alrededor del mundo, la investigación realizada por Nesta trata de detectar las claves de lo que funciona y lo que no.
El informe incluye casos como el de e-Democracia, en Brasil, una plataforma que empezó a funcionar en 2009 con la intención de incluir a la ciudadanía en los procesos de elaboración de leyes. En este espacio, la gente puede participar en foros con representantes políticos, publicar sugerencias o debatir en comunidades virtuales temáticas. En 2016, la plataforma contaba ya con más de 37.000 usuarios registrados, y varios proyectos de ley se han elaborado a partir de las propuestas recogidas por este canal. Casos similares son los de Parlement et Citoyens, en Francia, donde participan activamente 30 representantes políticos, o vTaiwan, un proyecto que mezcla espacios online y offline para llegar a consensos amplios en temas complejos o controvertidos.
A partir de este análisis, el informe incluye varias “lecciones aprendidas”. La primera de ellas es la honestidad y transparencia en relación a qué se va a hacer con las aportaciones y el impacto que van a tener en la toma de decisiones final, puesto que si no, el proceso puede generar desilusión y frustración. Otra de las claves consiste en mezclar canales online y offline para la participación de cara a llegar a comunidades diversas. Finalmente, es esencial también, según el estudio, escoger las herramientas más adecuadas para los usuarios y las necesidades del proceso en lugar de dejarse llevar por las posibilidades de la tecnología en sí.