El protagonista empresarial de esta semana en Made in Basque Country, programa de Radio Euskadi, tiene nombre de mujer: Lourdes Urbieta, directora de Calidad del Grupo Amantegi. Una ejecutiva vasca pionera en muchos sentidos al haber sido protagonista y ostentado puestos de responsabilidad en sectores eminentemente masculinos. Fue, por ejemplo, la primera directora de una explotación de minas de Bizkaia o también la primera artillera de la provincia. Hechos relevantes que ya el año pasado le permitieron ser galardonada por parte de la patronal de canteras de Bizkaia (ASECABI), un reconocimiento que hace semanas volvió a repetir esta vez junto a otras colegas como Begoña Betolaza y Nerea Landa, a manos esta vez de la Asociación de Empresarias y Directivas de esta misma provincia. Una mujer de bandera, en definitiva, cuyo testimonio ayuda a derribar falsos mitos en torno al papel de la mujer cuando se le sitúa en puestos de trabajo que históricamente han estado copados por hombres.
Es cierto que cada vez hay más mujeres en puestos de responsabilidad pero todavía hay algunos cargos como el suyo, por ejemplo, una ingeniera, en el que una mujer continúa chocando y es minoría…
Es cierto. Todavía hay sectores en los que la mujer es minoría, aunque poco a poco se va rompiendo ese mito. En mi caso, el haber sido pionera en muchas cosas lo que hace es abrir más puertas para el resto de mujeres que vienen por detrás. Llevo ya 25 años en este sector, que se dice pronto, pero al menos sí vas viendo que cada vez somos unas poquitas más y eso reconforta.
¿Por qué tan pocas aún, a qué o quiénes lo achaca?
El fenómeno no es ni mucho menos de ahora sino que viene de lejos. Estamos ante un sector éste de las canteras, las minas y el hormigón que es un tanto peculiar. Históricamente siempre muy masculino y de cara a la sociedad creo que aún mantiene unas connotaciones negativas, cuando no es así. La sociedad no sabe el trabajo que realizamos y que no es otro que extraer de esas canteras y minas una serie de materiales que las personas después demandan. Si podemos presumir de la Bizkaia que tenemos es gracias al árido y el hormigón que hemos estado fabricando desde hace décadas. Somos, en definitiva, empresas muy necesarias que generamos mucha riqueza y puestos de trabajo, tanto directos como indirectos, pero que aún no tenemos, pienso, el reconocimiento que deberíamos tener.
¿Cree que hay prejuicios?
Un poco sí, la verdad. Y además negativos. Por eso cuando a una le reconocen públicamente con algún tipo de premio, pues me alegro porque pienso que ese galardón es para todo el sector en general y porque por fin se habla bien de esta parte de la industria. Es muy importante poner voz en Euskadi al sector de las canteras, las minas y el hormigón porque muchas veces es descorazonador… Como la misma carrera de Ingeniería de Minas, por ejemplo, que recientemente veíamos que estaba a punto de no ser impartida en la UPV por falta de demanda. Algo tenemos que hacer.
¿A usted qué le llevó precisamente a estudiar este grado hace 25 años?
Por una parte creo que desde un primer momento tuve claro que quería estudiar algo técnico y luego pienso que influyó mucho que soy nacida en Zaramillo, al lado de una cantera, y perteneciente además a una familia con muchos antecedentes en la cantera, de modo que creo que no tenía muchas salidas… Me dije aquello de “¿…Y por qué no?” y así fue.
Con el tiempo se especializó incluso en voladura de minas, ¿por qué?
Recuerdo que en el último curso de carrera apenas estábamos cinco personas (cuatro chicos y yo) y me pregunté de qué manera podría sacarles ventaja en el momento de dar el salto al mercado laboral, por eso hice lo que otros no quisieron. Es cierto que entras en ese mundo un poco de refilón pero luego engancha, ¿eh?, al menos en mi caso. Es un mundo apasionante y además con una gran salida profesional.
Dicen en su entorno que es usted una mujer inusual, ¿a qué cree que se refieren?
Más que inusual yo diría que soy singular y sobre todo trabajadora, muy, muy, tranquila… No me agobio por casi nada. Creo que no doy mucha guerra (risas).
¿Cuál es su responsabilidad en estos momentos en el Grupo Amantegi?
Desde que entré a trabajar en la empresa he ido asumiendo diferentes cargos pero a raíz del año 2004 pasé a Calidad. Hasta entonces llevaba el tema de áridos y hormigones, las labores de producción fundamentalmente: extración, voladuras, fabricación, seguridad, medio ambiente… Ahora estoy un poco en la retaguardia y mi objetivo es poner en valor nuestro producto, sacar al mercado lo mejor. Sabes que tienes una materia prima limitada como es la caliza y sabes que algún día se terminará, por eso mi compromiso está enfocado a sacar el mayor rendimiento a ese producto .
¿Le costó mucho dar ese paso atrás de la ‘acción’ cerca de las minas, las canteras y las voladuras a un despacho?
Para ser sincera, en un principio lo llevé mal. Es cierto que ese paso vino motivado por un accidente que tuve pero luego te vas dando cuenta de que te tienes que adaptar. Así que te mentalizas, le das la vuelta a todo como nos ocurre en la vida y tiras para adelante. En mi caso además me tocó una época muy interesante que fue cuando surgieron todos los reglamentos europeos para la Construcción, las marcas voluntarias para los hormigones, los áridos…
¿Cuántas mujeres trabajan a día de hoy en Amantegi?
Conmigo somos diez mujeres. De 66 personas que trabajamos aquí en la plantilla, el 15% somos mujeres y todas además con puestos muy relevantes. Y en el consejo de administración también el 60% son mujeres, la mayor parte pertenecientes a la tercera generación familiar de la empresa.
¿Y teniendo en cuenta que su sector siempre ha estado muy ligado a la Construcción y la Obra Civil, dos de los grandes damnificados por la crisis, cómo lo están llevando?
A día de hoy todavía no estamos viendo la luz, esa es la verdad. Está siendo una crisis más dura de lo que nos podíamos imaginar y las producciones han caído desde 2010 en cifras cercanas al 70%. Y eso es muy duro. Al final somos empresas que hemos sufrido mucho y que formamos parte de un sector donde algunas han caído y otras no, como es nuestro caso. Hemos salido adelante con un esfuerzo enorme y con el compromiso de no haber despedido a nadie, que es una de las líneas rojas que esta empresa familiar siempre ha tenido presente. Ni el personal se ha tocado ni la calidad y el servicio de nuestros productos se ha resentido.