Createch Medical es una ingeniería dental con sede en Mendaro (Gipuzkoa) que vio la luz en el año 2006 y que en apenas una década se ha convertido en líder mundial en la fabricación de prótesis dentales y maxilofaciales mediante tecnologías de medición láser y mecanizado de ultraprecisión de materiales biocompatibles.
Además, es la primera empresa vasca en fabricar producto propio mediante la fabricación por tecnología aditiva, es decir, impresoras en 3D. Esta firma vasca está participada en estos momentos por la multinacional suiza Straumann y el Grupo vasco Egile, cuenta en la actualidad con una plantilla de casi 50 personas y tiene un compromiso inquebrantable con la I+D, a la que cada año destina entre el 8% y el 10% de su facturación. Su director general, Antxoka Urzainki, analiza en el programa ‘Made in Basque Country’, de Radio Euskadi, el presente y el futuro de esta compañía.
Da la sensación de ir todo demasiado rápido, ya que en solo diez años de vida se han convertido en líderes mundiales de su sector. ¿Cómo se alcanza este nivel?
Es importante destacar que ya veníamos de trabajar con una tecnología que el grupo (Egile) conocía bien como el CAD-CAM y el sector dental en ese sentido estaba muy verde por aquel entonces así que aprovechamos la oportunidad con un conocimiento que el grupo dominaba para aplicarla en un sector incipiente hace diez años.
Un sector muy verde que a ustedes les obliga, en cualquier caso, a apostar de manera notable por la Innovación y el Desarrollo cada año, entre un 8% y un 10% de su facturación anual.
Sí, curiosamente hace una década el sector dental estaba muy verde pero se ha dado la explosión digital por decirlo de alguna manera y eso lo ha transformado todo por completo. Y en diez años hemos visto la transformación de un sector totalmente artesano a otro donde se utiliza el software, la tecnología, el CAD-CAM o la fabricación aditiva (en 3D). En ese sentido, la catarsis y el cambio han sido totales.
¿Contra quiénes compiten y, sobre todo, cómo lo hacen?
Competimos contra todo el mundo, aunque es verdad que estamos más presentes en Europa dado que todos los acuerdos de libre comercio en el sector sanitario lo facilita, pero los competidores están en todo el mundo. Puedes tener una empresa de Canadá pegándose en Francia o empresas alemanas y suecas haciendo lo propio en Japón. Este mercado hace ya un tiempo que es totalmente global.
Sin el apoyo de socios de referencia como el propio Grupo Egile o la multinacional suiza Straumann, ¿este proyecto hubiera salido adelante?
No, sería totalmente imposible. Egile lo que nos ha dado, y lo que hemos heredado, ha sido su tecnología, y Straumann ha sido el ‘partner’ perfecto para distribuir nuestros productos. Sin ellos lo intentamos con recursos propios y abrimos una pequeña oficina en Alemania con un par de socios en la zona del Benelux e Israel pero aquello era un camino de piedras, íbamos muy lentos. Sin embargo con la asociación con la multinacional, ese camino de piedras se convierte en una autopista y te da acceso al mercado a unos niveles impresionantes.
En un sector ultraespecializado como el suyo, ¿quiénes son los destinatarios de sus productos?
Indirectamente los pacientes, pero siendo un poco más precisos, caso de los dentales, diría que nuestros principales clientes son los laboratorios y posteriormente las clínicas dentales, y en el caso de los maxilofaciales, los hospitales.
¿De qué están hechas las prótesis que se fabrican en Mendaro?
Tiene que ser material biocompatible porque es material que se va a quedar en la boca o en el cuerpo, por eso utilizamos titanio de grado médico, cromo cobalto de grado médico también y circonia, que es una cerámica blanca.
E inevitablemente han de ser individualizadas… ¿Cómo solucionan este aspecto?
Sí, por supuesto, lo son, tienen que serlo. Y ese es uno de nuestros grandes argumentos de venta, nuestra capacidad de personalizar. Cada trabajo es único y hay que abordarlo con el dentista, el médico que corresponda o el cirujano que vaya a llevar a cabo la intervención. Y además pensar que esto tiene que ser en prácticamente todos los idiomas del mundo, y esa es quizá una de las mayores dificultades a las que nos enfrentamos.
¿Quizá esa personalización sea el valor diferencial que les permita competir de tú a tú con las grandes firmas del sector?
De hecho la multinacional Straumann sí que tiene una planta en Suiza de productos similares pero mucho más estandarizada, por eso la asociación con Createch lo que le permite es poder llegar a personalizar muchísimo más, ir a un nivel de detalle que ahora les resulta imposible.
En estos momentos, esta multinacional ostenta el 30% del accionariado de Createch Medical pero el cuartel general sigue estando en Mendaro. ¿No existe cierto miedo o riesgo de que puedan surgir ciertas tentaciones de deslozalización?, ¿que el pez grande acabe comiéndose al chico?
Pues sinceramente creo que no porque este entorno es muy bueno, tiene gente muy preparada y cualificada y, además, si conviertes a una empresa como Createch, que es flexible, rápida y ágil, en una más grande con los procesos propios de una multinacional, que suelen ser muy buenos pero muy lentos, pues acabarías convirtiendo algo virtuoso en el mercado en algo que sería solo algo más, uno más del montón… Yo creo que ellos lo ven así y por eso ven necesario mantener esta filosofía que de momento nos ha permitido llegar hasta aquí.
¿Nos podría contar algún caso especialmente llamativo de lo que han desarrollado en Createch Medical, uno de esos proyectos que hayan requerido casi un trabajo de orfebrería médica?
Los más llamativos suelen ser los maxilofaciales porque son casos, muchas veces, desahuciados por la medicina convencional a pesar de haberlo intentando todo, de haber implantado hueso del propio paciente y cosas así… Normalmente además suele tratarse de pacientes oncológicos cuya calidad ósea es ya muy mala y en ese sentido, quizá el caso que más me llamó la atención fue el de un chaval de once años al que le faltaba medio maxilar inferior o, lo que es lo mismo, media mandíbula. Hubo que reconstruirle la articulación y además dejar preparada esa prótesis para hacerle después una prótesis dental. Ayudamos a ese chaval a reconstruir su cara que había sido devorada por el cáncer y a plantearnos que dicha cara estaba aún en crecimiento y que por lo tanto necesitaría una prótesis que se fuera adaptando a su crecimiento, algo que de momento no hemos sido capaces de hacer como nos pidieron los cirujanos pero en ello estamos… Seguramente a ese chaval, una vez que sea adulto, habrá que cambiarle esa prótesis y sustituirla por una de su tamaño.