Para explicarlo, podemos hacer un paralelismo con la elaboración de un plan de empresa. El plan de empresa es el trabajo que todo emprendedor debería hacer de forma previa a la puesta en marcha de su empresa. En ese trabajo, se hace un diagnóstico previo del mercado a abordar, de las capacidades propias, un análisis DAFO, se toman unas decisiones acerca del perfil de clientes a los que se orientará la empresa, los productos que se les ofrecerán, las alianzas a establecer (proveedores, distribuidores, cadena logística,….), las etapas que se prevén en el crecimiento de la empresa y en su implantación territorial, etc…
Y ese proceso de diagnóstico y de análisis de opciones de la empresa, permite que aparezcan oportunidades que no se consideraban al inicio del proceso. Oportunidades que surgen al analizar la situación del mercado (clientes, competidores, proveedores, tecnología,….) y al confrontarlas a las posibilidades propias y a las posibles alianzas. Esto es, ni más ni menos, que un proceso de innovación alrededor del modelo de negocio del que se partía; de tal manera que la propuesta final es distinta, mucho mejor argumentada, más asentada y con mayores probabilidades de éxito que la idea con la que partíamos inicialmente.
En el ámbito del desarrollo territorial, cuando hablamos de definir el Plan de Futuro para una ciudad o para cualquier otro territorio subnacional, un proceso de emprendimiento territorial es el que nos va a permitir explorar las posibilidades de desarrollo con que cuenta el territorio y que nos va a llevar a optimizar las oportunidades del territorio mediante el descubrimiento de posibilidades que no habíamos imaginado antes de iniciarse el proceso.
Este proceso parte, por supuesto, de los activos del territorio pero nos permite ir más allá de las opiniones obvias (“nosotros somos una ciudad turística” o “aquí lo que tenemos es agricultura” o tantos otros que, seguro, cada uno de vosotros puede mencionar referido a su propia región o ciudad) para descubrir que hay más posibilidades que ésas y cuál es la especialidad en la que podríamos ser líderes como territorio.
La idea clave, por lo tanto, es no conformarse con aquello que cualquier agente local o externo podría decir a partir de la realidad de cada territorio sino intentar avanzar para precisar y descubrir nuevas posibilidades que abran realmente un campo en el que nuestro territorio pueda ser excelente y, con ello, ampliar las fronteras de su área de influencia (de forma que nos permita exportar nuestros productos y servicios a una mayor área geográfica: por ejemplo, pasar de la región al país o del país al ámbito internacional).
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