Jesús Guibelalde, fundador y CEO de IMAT, que diseña asientos para hospitales, universidades, estaciones de tren y aeropuertos
Desde 1994, la compañía alavesa Imat diseña asientos para hospitales, universidades, estaciones de tren y, sobre todo, aeropuertos, un nicho de mercado que representa casi el 75% de su negocio. Con sede en el polígono industrial de Júndiz, esta compañía que en su día se dedicaba a la fabricación de cunas de hierro y que de la noche a la mañana tuvo que cambiar drásticamente de negocio si quería subsistir –envió 25.000 unidades a la chatarra-, está presente en la actualidad en 130 países. La próxima vez que acuda a un aeropuerto internacional y se siente en una de sus bancadas, es más que probable que ésta haya sido diseñada y fabricada en Alava por este ‘laboratorio’ industrial que hace décadas fundó una mente tan inquieta e innovadora como la de Jesús Guibelalde.
No se atisba resquicio alguno en su caso para hablar de jubilación…
La jubilación puede tener siempre dos caminos: la voluntad propia de dejarlo o la de los demás cuando quieren que te vayas, de modo que afortunadamente no se está dando ninguna de las dos…
Aseguran quienes le conocen bien que es más fácil localizarle a 12.000 pies de altura de camino a Colombia o Argentina que paseando por la calle Dato…
Sí, es cierto, y entiendo que es algo necesario el reunirse cara a cara con un cliente porque no todas las variables se solucionan con los medios tecnológicos que hoy tenemos afortunadamente a nuestro alcance. Muchas veces el contacto personal faculta mucho a que un negocio pueda salir adelante y eso es algo que no quiero ni puedo olvidar. De ahí que nos toque estar todo el día de un lado para otro.
Ferviente defensor, por tanto, de la vieja escuela, del trato humano, de la palabra, del buen servicio…
Las buenas cosas de la vieja escuela no se tienen que olvidar nunca por el mero hecho de considerarlas ya obsoletas o desfasadas; ni por el mero hecho de considerarlas antiguas e improductivas. Hay que seguir aprovechando estas claves acoplándolas, eso sí, a los nuevos tiempos, a las nuevas tecnologías, que van a permitir consolidar esos acuerdos y contactos. Se quiera o no, el contacto humano no se puede perder porque eso significaría echar por la borda muchas posibilidades de hacer un negocio.
Esa tarea no parece tener fácil encaje en las nuevas generaciones, ¿o sí?
El que pretende y muchas veces incluso enseña que las nuevas claves empresariales son las únicas válidas y las que tienen que prevalecer para llevar a cabo un proyecto o un negocio, se está equivocando de plano desde mi punto de vista porque olvidarnos de un plumazo de lo que antes era bueno para la gestión de una empresa y ahora no lo es sería una falta rotunda de criterio. Aquellos que piensan que todo lo nuevo, que insisto que es algo muy ventajoso y fantástico, es lo único que hay que facultar porque el resto no interesa creo que se equivocan. Y creo además que hay muchos ejemplos de empresas y empresarios que funcionan así y con el tiempo se han dado cuenta del error. Por tanto: no desprestigiemos la manera de hacer del pasado y sí implementémosla en nuestros días.
¿Cómo?
Quizá con emotividad, con más emotividad. En el factor humano, ésta no se pierde porque existen otros recursos que también facilitan las relaciones entre la gente sin necesidad de ese contacto físico y, casi, casi, de tocarse. Y creo que es un error, un error no considerado. Otra cosa es que luego seamos capaces de hacerlo mejor o peor.
Se le ve relativamente despejado después de aterrizar en Euskadi tras un viaje de diez días donde ha visitado once aeropuertos en Latinoamérica, precisamente para mantener esas relaciones cercanas con sus clientes…
Sí, es como usted dice. En realidad han sido once días de viaje con diez vuelos internos en esa zona pero con el mismo objetivo, consolidar nuestra marca en países como Panamá, por ejemplo, donde hemos llevado a cabo el diseño y fabricación de todas las bancadas que existen en sus siete aeropuertos (hay otro más en marcha de dimensiones extraordinarias que llevará la firma de Norman Foster), o el del único aeródromo que hay en San Juan de Puerto Rico. También hemos aprovechado la ocasión para comprobar la recepción de otros 2.500 asientos que enviamos hace unas semanas a la T4 de Cancún (México), o los de Guadalajara, Monterey… La mayor parte de estas instalaciones está en estos momentos en fase de ampliación o mejora de sus instalaciones.
Las previsiones de su sector contemplan por tanto un futuro lleno de optimismo…
Así parece, sí… Por si fuera poco, en el último encuentro anual de la IATA celebrado recientemente en Cancún, una de las conclusiones más notables que tuvieron lugar tras varias jornadas de asamblea fue que dentro de 17 años, no 20 ni 15, sino 17 años, el número de usuarios de transporte aéreo en el mundo se va a duplicar.
Bueno para Imat entonces…
Bueno para todos, diría yo. Habrá que hacer más bancadas, cierto, pero también nuevas ampliaciones y aeropuertos más grandes… En nuestro caso es inevitable que los bancos se desgasten con tanto uso pero también lo es que gozan de una vida útil muy larga…
¿Qué vida útil pueden llegar a tener?
Nuestro estudios nos dicen que en torno a unos 12-15 años en aeropuertos con alto grado de utilización.
¿Cómo debería ser la bancada perfecta desde un punto de vista de diseño?
Yo diría que una de las claves sería que tenga unas características técnicas que impidan que ese asiento esté desmerecido al poco de instalarse. Deben soportar toda la tralla que genera el uso diario de los miles de pasajeros que pasan por una terminal.
No lo dijo la IATA sino usted: “Los aeropuertos son lugares donde, además, despegan y aterrizan aviones”.
Cierto. Creo que lo dije a mediados de los años 90 y me reafirmo. Los aeropuertos son lugares donde, además, salen y entran aviones. El negocio está en las tiendas, por eso los asientos son tan incómodos (risas). Al margen de la cuenta de explotación propia de los vuelos, lo que realmente fundamenta la economía de un aeropuerto es lo que éste es capaz de mover antes, durante y después de los despegues/aterrizajes.
¿Por qué después de tantos años como referente en el sector continúa siendo Estados Unidos un país tan complicado para trabajar para ustedes?
Huelga decir que el norteamericano es un macromercado muy complicado que sin embargo muchas veces genera la tentación de perseguir el llamado sueño americano, ¿verdad? Pero en mi opinión, y en estos nuevos tiempos que se acaban de inaugurar con la llamada American Fast, la sensación que tengo es de que van a sucederse situaciones más complicadas aún para las empresas que pretendan exportar a ese país. En este sentido, y dado que el mundo es muy grande, quizá nos interesa más desplazarnos hacia países y zonas del sur o del este donde posiblemente tengamos unas expectativas más favorables. De momento no nos podemos quejar.
¿Ustedes viven solo de lo que diseñan y fabrican para la actividad aeroportuaria?
No, no. Ese área podrá representar el 70-75% de nuestras facturación global pero también trabajamos con productos y diseños para estaciones de tren, de autobús, hospitales e incluso universidades como la de Riad, en la que hemos instalado hace poco 8.000 asientos y en breve podrían ser más dado que están en continua fase de ampliación…
Un par de curiosidades para terminar. La primera es que ustedes cierran la empresa todo el mes de agosto cuando la tónica general es que justo la contraria… ¿Por qué?
No somos un establecimiento de hostelería que se debe al cliente en todo momento sino que somos una empresa que cuenta con unos planes y unas hojas de ruta previstas y coordinadas que si las llevas a cabo con orden y rigor te permite organizarte muy bien. Tener un mes de agosto no operativo no significa que no estemos atentos a todos nuestros clientes, ni mucho menos. Si hay algo que no es negociable en esta casa es el servicio y nuestra capacidad de respuesta, aunque la fábrica esté cerrada en agosto.
Y la segunda. ¿Nos da una reflexión sobre el efecto Trump y las posibles consecuencias del Brexit en la economía vasca?
Sobre el primero invitaría a la gente a leer un libro que se titula ¿Cómo se hizo Donald Trump?, de David Cay, que nos puede ayudar a entender la complicada personalidad de este ciudadano, cómo interpreta los tiempos actuales y, sobre todo, lo que puede llegar a suceder en los tiempos futuros… Y respecto al Brexit yo creo que es una error británico mayúsculo que está provocando ya los primeros descabalgamientos de aquella euforia que vendieron hace meses… Es muy británico eso de ser ellos más que nadie, pero en una economía como la actual, marcada por una globalización prácticamente indisoluble, el Brexit es un error tremendo que veremos cómo termina aunque tengo la sensación de que algunos por ahí arriba lo van a padecer.