Jose María Pitarke, director general de CIC Nanogune.
El CIC Nanogune celebra su 10º aniversario aupado al mapa mundial de la Ciencia e impulsando cinco ‘startup’ de base tecnológica que hoy compiten a nivel internacional
El centro de investigación de nanociencia del País Vasco es un espacio fascinante que aúna Ciencia, Formación y Transferencia y que acaba de celebrar su décimo aniversario como referente mundial en la búsqueda permanente de la excelencia en la nanociencia y la nanotecnología. Campos en los que a día de hoy trabajan en su sede de Donosti un centenar de investigadores procedentes de 25 países para contribuir a la competitividad empresarial y el desarrollo económico de Euskadi. Jose María Pitarke, director general de CIC Nanogune, aporta las claves de esta fructífera década de investigación y desarrollo.
¿Qué tienen que ver la nanociencia y la nanotecnología con la competitividad de las empresas?
Ambos campos son los grandes artífices de las auténticas transformaciones y están, y estarán, presentes en toda la cadena de valor de la industria. Por eso estar en la cresta de la ola en este ámbito es importante si queremos que nuestra industria sea competitiva en el futuro. La nanotecnología es consustancial a la competitividad de las empresas.
¿Dónde se visibiliza la nanotecnología, por ejemplo?
En todas partes. En los móviles hay nanotecnología, en las bicicletas, en las raquetas de tenis, en las gafas de sol… Las partículas de óxido de titanio también están en los cosméticos y hoy se están probando de forma experimental nanoparticulas de óxido de silicio cubiertas de oro para combatir tumores…
¿Qué balance hace de esta década?
Es cierto que una década en Ciencia es muy poco tiempo pero la apuesta que hizo el Gobierno Vasco con el lanzamiento de un centro como el nuestro ha dado sus frutos. Hemos sido capaces de atraer a 12 responsables de grupos de investigación altamente reconocidos en sus respectivos campos, que hoy en día dirigen a cerca de 100 investigadores de 25 países de todo el mundo… Y aunque diez años son muy pocos, se pueden hacer cosas, claro que sí, y nosotros lo estamos haciendo en ámbitos como el del almacenamiento de energía, transporte, sensórica y, sobre todo, medicina. Si queremos ser pioneros y capaces de descubrir nuevos mundos en el campo de la Ciencia, debemos seguir explorando rutas cuyo destino es aún desconocido incluso inimaginable.
Más de 800 artículos publicados en revistas de prestigio científico, 14 patentes, 39 tesis concluidas y cinco empresas de base tecnológica impulsadas desde el Centro (Graphenea, Simune Atomistics, Ctech-Nano, Evolgene y Prospero Biosciences). ¿Es esta última apuesta de lo que se sienten más orgullosos?
Podría ser, sí… Por una parte tenemos que mantener nuestro compromiso con la industria del presente pero también debemos impulsar nuevos campos para el futuro. Ahí está sin ir más lejos el ejemplo del grafeno, al que todos reconocen como un material de futuro debido a sus múltiples aplicaciones y que nosotros ya vimos hace tiempo. Supimos aprovechar esa oportunidad.
¿Se les ha quedado pequeña la sede de Donosti?
La expansión de los espacios suele ser imparable pero por ahora estamos bien. Hace una década diseñamos el centro pensando en el tamaño que tenemos ahora mismo, tamaño estable y lógico para nuestra dimensión. ¿Que podríamos crecer? Seguro, pero todo tiene su ritmo y en Ciencia más. Seamos consecuentes y vayamos con pies de plomo.
¿Teme perder el rumbo?
No tengo la más mínima duda de que vamos a mantener la apuesta por la calidad y la continuidad en el medio largo plazo. La Ciencia y la Tecnología no son para impacientes, requieren de plazos muy largos y continuidad en las políticas institucionales, que nuestro caso estoy convencido de que no nos van a fallar.