Larraioz Elektronika: Tendencias de futuro en la robótica industrial

11 febrero, 2019

Sucessor, uno de los primeros prototipos de robot con inteligencia artificial desarrollado por Kawasaki.

Repasamos con Xabier Iturralde, de Larraioz Elektronika, cómo serán los robots del futuro y el impacto que tendrán en este sector tecnologías como la inteligencia artificial

 

La empresa guipuzcoana Larraioz Elektronika puede presumir de llevar 30 años en el tejido industrial vasco proporcionando a sus clientes herramientas para la robotización y automatización de sus procesos. A finales del pasado año abrió su primera oficina internacional en Argentina (Buenos Aires) con la finalidad de captar nuevos mercados y talento que se pueda incorporar a su actual plantilla formada por una veintena de empleados y empleadas. Xabier Iturralde, Director Técnico de Larraioz Elektronika, nos abre las puertas de la empresa y nos habla de las tendencias en el mundo de la robótica industrial.

¿Qué tipo de servicios ofrecéis en Larraioz Elektronika?

Siempre hemos sido principalmente una empresa de servicios a fabricantes de maquinaria industrial. Proveemos de componentes y los servicios que necesita el fabricante sobre ese componente. Comenzamos hace 30 años ofreciendo soluciones de control numérico, después de automatización y luego dimos el paso a la robótica. Ofrecemos robots, autómatas programables, ‘software industrial’ y, en general, todos los sistemas que hacen que las máquinas funcionen. Lo que está claro es que estos sistemas son cada vez más complejos.

En el ámbito de la robótica, la principal novedad de estos últimos años ha sido la aparición de los robots colaborativos o cobots. ¿Es tan relevante su impacto en el sector industrial?

Creo que en lo que se refiere a los cobots hay más marketing que otra cosa. La mayoría de las veces, cuando nos piden un robot colaborativo, terminamos recomendando un robot tradicional. Un robot colaborativo implica que la propia instalación sea colaborativa e interactúen personas, robots, utillajes, piezas… Una instalación colaborativa implica una certificación y esa certificación es cara y costosa. Además, en la mayoría de los procesos no se puede hablar de una colaboración real entre robots y personas. Hoy se puede instalar un robot industrial tradicional con sensores que se detiene cuando detecta una persona sin necesidad de que sea un cobot.

Por otra parte, hay que tener en cuenta que un robot colaborativo va a moverse más lento que uno tradicional, va a manejar masas más pequeñas y son incompatibles con grandes producciones.

Ya se empieza hablar de que el siguiente paso en el mundo de la robótica va a ser la aplicación de inteligencia artificial en los robots para favorecer su autonomía. ¿Hay ejemplos reales?

Hasta hace poco el robot era una máquina que se limitaba a ejecutar lo que hubiese programado el operario y tenía poca interacción con su entorno; se limitaba a ejecutar una trayectoria. Poco a poco, desde hace unos años, se empiezan a introducir sensores de visión artificial para que tengan un poco de determinación y sean capaces, por ejemplo, de detectar una pieza e ir a buscarla.

La nueva tendencia es que los algoritmos de inteligencia artificial permiten al robot aprender sin necesidad de que el programador haya introducido la totalidad de la secuencia de lo que tiene que hacer. Hemos visto en una feria en Tokyo como un robot de pintura es manejado remotamente por un operario con un ‘joystick’, simulando el proceso de pintado de una pieza. El robot pinta y se mueve según las órdenes del operario y, en base a ciertas repeticiones, el robot aprende los conceptos de lo que tiene que hacer para pintar. En un principio el robot será capaz de repetir lo que el operario hace y en un futuro será capaz de pintar cualquier pieza gracias a la inteligencia artificial.

¿Qué grado de madurez tiene esta integración entre robótica e inteligencia artificial?

Lo he visto en Asia donde se está trabajando con varios prototipos. Algunas marcas como Kawasaki han bautizado este tipo de robots dotados de inteligencia artificial como Sucessor. En Europa es un concepto muy poco extendido. Nosotros tenemos peticiones de compañías que quieren este tipo de robots, pero la tecnología todavía está naciendo y necesitamos un poco de tiempo para lanzar los proyectos piloto, ver cómo evolucionan y determinar cuál es la mejor manera de que esos robots aprendan.

Otra tendencia son las denominadas células robotizadas que aúnan robots y máquina herramienta, lo que puede ser una revolución entre los fabricantes.

El proceso de carga y descarga de máquinas mediante robots es algo ya consolidado. Lo que sí es una revolución, y llegará en poco tiempo, es la utilización de brazos robóticos como sustitutos de una máquina de mecanizado. Hay máquinas que taladran, fresan o pliegan y, poco a poco, veremos que los brazos robóticos pueden sustituir la máquina entera. De hecho, empresas del sector aeronáutico ya las están usando.

Esto no tiene por qué ser malo para el sector de la máquina herramienta. Simplemente es asumir que los componentes de la máquina van cambiando y un brazo robótico es un nuevo componente. De hecho, la mayoría de fabricantes ya están implementando robots en sus máquinas herramienta.

¿Lo que parece claro es que los futuros trabajadores del sector de la robótica van a tener que adquirir cada vez más conocimientos de ámbito técnico y tecnológico?

El tema clave en cuanto a la formación o la cualificación de los trabajadores de este sector no es tanto la importancia de los conocimientos previos, sino la capacidad constante de aprendizaje que tenga la persona. Lo que hoy es innovación, mañana no lo va a ser y tenemos que estar permanentemente aprendiendo. Nosotros invertimos muchos recursos en formación continua. No es formación que pueda darse en academias o escuelas, sino que son autoformaciones.

Hay dos problemas que afectan a las empresas tecnológicas, no solo de Euskadi, sino de toda Europa. Por una parte, la falta de profesionales cualificados y la falta de motivación de los jóvenes por estudiar carreras tecnológicas.

Otro problemas es la desconexión entre la realidad de la formación en nuestros centros educativos y lo que necesita la empresa. La tecnología evoluciona demasiado rápido para el sistema formativo actual. Desde que la tecnología nace hasta que el centro de formación considera que es interesante introducirla en sus ciclos formativos pasan muchos años y, en ocasiones, esa tecnología se ha quedado obsoleta en ese tiempo. Hoy en día todavía se sigue formando en temas que ya no se están aplicando en industria.

Noticia ofrecida por la SPRI